Até que
não demorou muito para o peso da mão de Francisco ser sentido, de
novo. Parece mesmo que o avanço modernista está se acelerando.
O resultado da Visitação Apostólica culminou na
decisão do papa Francisco em destituir Dom Rogelio Livieres, bispo diocesano de
Ciudad del Este. Talvez, seu substituto (até agora, Admnistrador Apostólico)
atenda mais ao perfil da Teologia da Libertação paraguaia. Em uma nota bem
polida, o autoritarismo faz-se sentir. Típica característica dos regimes populistas.
Dom
Livieres se recusou a renunciar, mas acatou a decisão papal, embora não tenha
conseguido ser atendido pelo mesmo, como se vê no comunicado da Diocese,
transcrito abaixo, logo após o comunicado da Santa Sé.
Em seguida, a carta do referido bispo ao cardeal Marc Ouellet, prefeito da Congregação para os Bispos.
Dopo l’accurato esame delle conclusioni delle Visite Apostoliche compiute al
Vescovo, alla diocesi e ai Seminari di Ciudad del Este, da parte della
Congregazione per i Vescovi e della Congregazione per il Clero, il Santo Padre
ha provveduto all’avvicendamento di S.E. Mons. Rogelio Ricardo Livieres Plano e
ha nominato Amministratore Apostolico della medesima sede, ora vacante, S.E.
Mons. Ricardo Jorge Valenzuela Ríos, Vescovo di Villarrica del Espíritu Santo.
La gravosa decisione della Santa Sede, ponderata da serie ragioni pastorali, è
ispirata al bene maggiore dell’unità della Chiesa di Ciudad del Este e alla
comunione episcopale in Paraguay.
Il Santo Padre, nell’esercizio del suo ministero di "perpetuo e
visibile fondamento dell’unità sia dei Vescovi sia della moltitudine dei
fedeli" (L.G. 23), chiede al clero e a tutto il Popolo di Dio di
Ciudad del Este di voler accogliere i provvedimenti della Santa Sede con
spirito di obbedienza, docilità e animo disarmato, guidato dalla fede.
Inoltre, invita l’intera Chiesa Paraguaiana,
guidata dai suoi Pastori, ad un serio processo di riconciliazione e superamento
di qualsiasi faziosità e discordia, perché non sia ferito il volto dell’unica
Chiesa "acquistata con il Sangue del suo proprio Figlio" e
il "gregge di Cristo" non sia privato della gioia del
Vangelo (cf. At 20, 28).
COMUNICADO DEPRENSA DE LA DIÓCESIS DE CIUDAD DEL ESTE, Jueves, 25
de Septiembre de 2014 12:26
Mons.
Rogelio Livieres Plano mantuvo esta semana dos reuniones en Roma en la
Congregación para los Obispos, donde se lo instó vivamente a que renuncie a su
cargo por la falta de unidad en la comunión con los otros Obispos del
Paraguay.
A pesar de
solicitar ver los resultados escritos de la Visita Apostólica, nunca le fueron
mostrados. Tampoco se accedió a su pedido de ser escuchado y hablar con el Papa
para poder defenderse y aclarar las dudas que hubiere.
Por
respeto a su conciencia frente a los deberes que le tocan como Pastor de una
Diócesis que, gracias a Dios, ha florecido y multiplicado sus frutos en los
últimos años, se ha negado a acceder a un pedido que cree infundado y que
es resultado de un procedimiento indefinido y súbito. Sin embargo, por
obediencia a la autoridad del Papa ha aceptado con serenidad y tranquilidad la
decisión de ser removido del cargo.
A
instancias del Obispo saliente, la Diócesis de Ciudad del Este aguarda con
alegría y esperanza al nuevo Pastor que la guiará hacia el Reino de los cielos,
orando desde ya por quien deba asumir esta responsabilidad. María, Reina de la
Paz, y san Blas, patronos de la Diócesis, protejan y guíen a todos en estas
difíciles circunstancias. Cuando el Obispo sea notificado por escrito
debidamente tendrán efectos legales las decisiones tomadas.
Jueves,
25 de Septiembre de 2014 13:59
Cardenal
Marc Ouellet
Prefecto de la Congregación para los Obispos
Palazzo della Congregazioni,
Piazza Pio XII, 10,
00193 Roma, Italia
Palazzo della Congregazioni,
Piazza Pio XII, 10,
00193 Roma, Italia
25 de septiembre de 2014
Eminencia Reverendísima:
Le agradezco la cordialidad con que
me recibió el lunes 22 y el martes 23 de este mes en el Dicasterio que preside.
Igualmente, la comunicación por teléfono que me ha hecho hace unos momentos de
la decisión del Papa de declarar a la Diócesis de Ciudad del Este sede vacante
y de nombrar a Mons. Ricardo Valenzuela como Administrador Apostólico.
Tengo entendido que el Nuncio, prácticamente en simultáneo con el
anuncio que Su Eminencia me acaba de dar, ha realizado una conferencia de
prensa en el Paraguay y ya se dirige hacia la Diócesis para tomar control
inmediato de la misma. El anuncio público por parte
del Nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una
irregularidad más en este anómalo proceso. La intervención
fulminante de la Diócesis puede quizás deberse al temor de que la mayoría del
pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han
manifiestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la Visita
Apostólica. En este sentido recuerdo las palabras de despedida del Cardenal
Santos y Abril: «espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura
y docilidad con que me han recibido a mí». ¿Estaba indicando que el curso de
acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo
Padre? En cualquier caso, no hay que temer rebeldía
alguna.Los fieles han sido formados en la disciplina
de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas.
Las conversaciones que hemos
mantenido y, aparentemente ya que no los he visto, los documentos oficiales,
dan por justificación para tan grave decisión la tensión en la comunión eclesial
entre los Obispos del Paraguay y mi persona y Diócesis: «no estamos en
comunión», habría declarado el Nuncio en su conferencia.
Por mi parte, creo haber demostrado
que los ataques y maniobras destituyentes de la que he sido objeto se iniciaron
ya desde mi nombramiento como Obispo, antes incluso de que pudiera poner un pie
en la Diócesis –hay correspondencia de la época entre los Obispos del Paraguay
con el Dicasterio que Su Eminencia preside como prueba fehaciente de ello. Mi
caso no ha sido el único en el que una Conferencia Episcopal se ha opuesto
sistemáticamente a un nombramiento hecho por el Papa contra su parecer. Yo tuve
la gracia de que, en mi caso, los Papas san Juan Pablo II y Benedicto XVI me
apoyaran para seguir adelante. Entiendo ahora que el Papa Francisco haya
decidido retirarme ese apoyo.
Sólo quiero destacar que no recibí en ningún momento un informe escrito
sobre la Visita Apostólica y, por consiguiente, tampoco he podido responder
debidamente a él. A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia,
apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales,
tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para
aclararle alguna duda o preocupación. Consecuentemente, no pude recibir ninguna
corrección paternal –o fraternal, como se prefiera– de su parte. Sin ánimo de
quejas inútiles, tal proceder sin formalidades, de manera indefinida y súbita,
no parece muy justa, ni da lugar a una legítima defensa, ni a la corrección
adecuada de posibles errores. Sólo he recibido presiones
orales para renunciar.
Que mis opositores y la prensa local
hayan recientemente estado informando en los medios, no de lo que había pasado,
sino de lo que iba a suceder, incluso en los más mínimos detalles, es sin duda
otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el Nuncio
Apostólico y algunos Obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y
dando filtraciones irresponsables para «orientar» el curso de acción y la
opinión pública.
Como
hijo obediente de la Iglesia, acepto, sin embargo, esta decisión por más que la considero infundada y arbitraria y de
la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí. Más
allá de los muchos errores humanos que haya cometido, y por los cuales desde ya
pido perdón a Dios y a quienes hayan sufrido por ello, afirmo una vez más ante
quien quiera escucharlo que la substancia del caso ha sido una oposición y
persecución ideológica.
La
verdadera unidad eclesial es la que se edifica a partir de la Eucaristía y el
respeto, observancia y obediencia a la fe de la Iglesia enseñada normativamente
por el Magisterio, articulada en la disciplina eclesial y vivida en la
liturgia. Ahora, empero, se busca imponer una unidad basada, no sobre la ley
divina, sino sobre acuerdos humanos y el mantenimiento del statu quo. En el Paraguay, concretamente, sobre la
deficiente formación de un único Seminario Nacional –deficiencias señaladas no
por mí, sino autoritativamente por la Congregación para la Educación Católica
en carta a los Obispos de 2008. En contraposición, y sin criticar lo que hacían
otros Obispos, aunque hay materia de sobra, yo me aboqué a establecer un
Seminario diocesano según las normas de la Iglesia. Lo hice, además, no sólo
porque tengo el deber y el derecho, reconocido por las leyes generales de la
Iglesia, sino con la aprobación específica de la Santa Sede, inequívocamente
ratificada durante la última visita ad limina de 2008.
Nuestro Seminario diocesano ha dado
excelentes frutos reconocidos por recientes cartas laudatorias de la Santa Sede
en al menos tres oportunidades durante el pontificado anterior, por los Obispos
que nos han visitado y, últimamente, por los Visitadores Apostólicos. Toda
sugerencia hecha por la Santa Sede en relación a mejoras sobre el modo de
llevar adelante el Seminario, se han cumplido fielmente.
El otro criterio de unidad
eclesiástica es la convivencia acrítica entre nosotros basada en la uniformidad
de acción y pensamiento, lo que excluye el disentimiento por defensa de la
verdad y la legítima variedad de dones y carismas. A esta uniformidad
ideológica se la impone con el eufemismo de «colegialidad».
El que sufre las últimas
consecuencias de lo que describo es el pueblo fiel, ya que las Iglesias
particulares se mantienen en estado de letargo, con gran éxodo a otras
denominaciones, casi sin vocaciones sacerdotales o religiosas, y con pocas
esperanzas de un dinamismo auténtico y un crecimiento perdurable.
El verdadero problema de la Iglesia
en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del
clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los Pastores. Lugo no es
sino un signo de los tiempos de esta problemática reducción de la vida de la fe
a las ideologías de moda y al relajamiento cómplice de la vida y disciplina del
clero. Como ya he dicho, no me ha sido dado conocer el informe del Cardenal
Santos y Abril sobre la Visita Apostólica. Pero si fuera su opinión que el
problema de la Iglesia en el Paraguay es un problema de sacristía que se
resuelve cambiando al sacristán, estaría profunda y trágimente equivocado.
La oposicion a toda renovación y
cambio en la Iglesia en el Paraguay no sólo ha contado con Obispos, sino
también con el apoyo de grupos políticos y asociaciones anti-católicas, además
del apoyo de algunos religiosos de la Conferencia de Religiosos del Paraguay
–los que conocen la crisis de la vida religiosa a nivel mundial no se
sorprenderán de esto último. El vocero pagado y reiteradamente mentiroso para
tales maniobras ha sido siempre un tal Javier Miranda. Todo esto se hizo con la
pretensión de mostrar «divisón» dentro de la misma Iglesia diocesana. Aunque la
verdad demostrada y probada es la amplia aceptación entre el laicado de la
labor que veníamos haciendo.
Del mismo modo que, antes de aceptar
mi nombramiento como Obispo, me creí en la obligación de expresar vivamente mi
sentimiento de incapacidad ante tamaña responsabilidad, después de haber
aceptado dicha carga, con todo el peso de la autoridad divina y de los derechos
y deberes que me asisten, he mantenido la gravísima responsabilidad moral de
obedecer a Dios antes que a los hombres. Por eso me he negado a renunciar por
propia iniciativa, queriendo así dar testimonio hasta el final de la verdad y
la libertad espiritual que un Pastor debe tener. Tarea que espero continuar
ahora desde mi nueva situación de servicio en la Iglesia.
La Diócesis de Ciudad del Este es un
caso a considerar que ha crecido y multiplicado sus frutos en todos los
aspectos de la vida eclesial, para felicidad del pueblo fiel y devoto que busca
las fuentes de la fe y de la vida espiritual, y no ideologías politizadas y
diluídas creencias que se acomodan a las opiniones reinantes. Ese pueblo
expresó abierta y públicamente su apoyo a la labor apostólica que hemos venido
haciendo. El pueblo y yo hemos sido desoídos.
Suyo
afectísimo en Cristo,
+ Rogelio Livieres
Ex obispo de Ciudad del Este (Paraguay)
Ex obispo de Ciudad del Este (Paraguay)